“¿En qué traste se perdió la canción y la sonrisa?
Cuando la noche quebró sus brazos sobre la vida”
Canción en Dolor Mayor. Alí Primera.
Dedicado a todos los pueblos de América Latina
que sufren violaciones de los Derechos Humanos;
sin importarme, en absoluto, que sus gobiernos sean de una ideología o de otra.
Escribir objetiva, serena y descarnadamente sobre el sufrimiento del pueblo de Venezuela, cuando se es venezolano, es una tarea titánica. La presente reflexión es a propósito de la violación sistemática de los Derechos Humanos en Venezuela.
Quizás cuando se vive la represión en carne propia, tal vez, solo tal vez, es posible comprender el sufrimiento de los que habitan en otro país. Cuando las cifras de muertos y heridos nos duelen en los tuétanos y dejan de ser números abstractos y se transforman en rostros, en familias que aún sin conocerlos los llevamos en pancartas, en franelas, en nuestros cantos, porque son de nuestra tierra, de nuestra comunidad, porque huelen a nuestra sangre derramada; desde esa condición dura, difícil y dolorosa, quizás es posible comprender qué significan esas cifras en otro país. Y quizás… entonces, es posible que la venda se nos caiga de los ojos y despertemos. No solo para ver a nuestro país, sino al país vecino. Al pueblo hermano. Y quizás las cifras, dejen de ser cifras; y, entonces, el número frío, descarnado, estadístico, empiece a desprender el olor a carne, a lágrima, a llanto, a esperanza rota, a brazos quebrados sobre la vida, a sueños fracturados.
Coloquemos rostros. En abril del año 2017, se iniciaron un conjunto de manifestaciones en Venezuela, Iniciándose a Jairo Ortiz, un joven de 19 años, lo mató un policía, no fue con un perdigón, fue con una bala en el tórax. A Daniel Queliz, tres días después, en otro estado del país, lo mató la policía con una bala en el cuello. Al día siguiente, en otro estado, mataron a Miguel Colmenares con 11 disparos; en esa misma manifestación murió Brayan Principal (14 años), otra bala. En ese mismo estado, ese mismo día, le dieron una lluvia de perdigones a quema ropa en el pecho a Carlos Moreno, 17 años y lo mataron. Días después, Juan Pablo Pernalete no se asfixió con una bomba lacrimógena, murió porque le dispararon a quema ropa la bomba en el pecho.
¿Saben porque no sigo relatando muertes a mano de los aparatos represivos del estado? Porque del 1 de abril al 31 de julio mataron a 124 personas en su mayoría jóvenes entre 15 y 25 años, en el contexto de las protestas. Ese año encarcelaron a 5000 personas y, de ellos, a 609, violando la constitución y todo tratado internacional, fueron procesados por tribunales militares, tal como lo señala el informe de ACNUDH, de la época.
El año donde las manifestaciones han sido más pacíficas en Venezuela ha sido este año, el 2019, que se iniciaron el 23 de enero. Al día siguiente, el 24 de enero, en un solo día, el régimen mató a 26 personas. La Oficina de ACNUDH documentó 66 muertes durante las protestas realizadas de enero a mayo de 2019, de las cuales 52 son atribuibles a las fuerzas de seguridad del Gobierno o a los colectivos.
Las cifras son alarmantes, pero eso es nada y cuando se trata de seres humanos la expresión “es nada”, da asco. Pero sí, es absolutamente nada, frente a lo siguiente: ¿Saben por qué los más pobres, los excluidos sociales no protestan en Venezuela? Antes de contestar, es bueno reiterar nuestra situación, en Venezuela el problema no es la desigualdad, sino el hambre, la falta de alimentos, de medicinas; es una sociedad que vive en la miseria, cuyos habitantes son sobrevivientes; mientras una clase social mínima, quienes tiene veinte años en el poder son súper multimillonarios. Un dato: en el 2018 Estados Unidos no había tomado ninguna medida que implicara un bloqueo; todas las medidas, hasta ese año, eran a personas y no al estado venezolano.
Reitero, si la situación estaba tan mal y ahora es peor ¿Por qué los pobres no han bajado de los cerros como en el año de 1989 con el caracazo? ¿Por qué no se ha dado un estallido social, parecido, semejante, cercano, al de Chile? La respuesta es muy dura, muy cruel, muy terrible, duele en las vísceras. Porque el estado los asesina en masa.
Según el informe de la Oficina de ACNUDH, el despotismo venezolano masacró en las zonas populares, donde habitan los más pobres del país, desde enero de 2018 a junio de 2019, a 6.856 personas. ¿Leyó la cifra? ¿Puede colocarle rostros? Citemos: “La proporción de presuntas ejecuciones extrajudiciales cometidas por las fuerzas de seguridad, en particular por las Fuerzas Especiales (FAES), en el contexto de las operaciones policiales ha sido sorprendentemente elevada, según señala el informe. En 2018 el Gobierno registró 5.287 muertes, supuestamente por “resistencia a la autoridad”, en el curso de esas operaciones. Entre el 1 de enero y el 19 de mayo del presente año, otras 1.569 personas fueron asesinadas, según las estadísticas del propio Gobierno. Otras fuentes apuntan a que las cifras podrían ser muy superiores”.
Creo que las cifras solo de muertes, son tan contundentes que me parece innecesario, casi un irrespeto con nuestro pueblo, dar detalles de la cantidad de heridos de bala, heridos por perdigones a quema ropa, lisiados, los torturados, los muertos por tortura… Las terribles vejaciones que se sufren a diario, como por ejemplo, detener a un diputado en ejercicio, desnudarlo y mostrarlo en las redes sociales defecado.
El dolor mayor para nosotros lo venezolanos es que quienes se sienten sabios, los intelectuales de Iberoamérica y los políticos llamados progresistas que apoyan a Maduro, han sido incapaces de condenar a ese régimen despótico, porque les da prurito que los perciban de derecha. Esa deshonestidad inhumana, solo produce indigestión, vómito y una rabia ancestral porque es imperdonable que se hagan la vista gorda frente a la tragedia de nuestro pueblo. Frente a ello afirmamos que el problema no es la religión ni la ideología que profese quien gobierna, sino cuál es su práctica, cómo se comportan los aparatos represivos del estado frente al pueblo.
Escudarse en quién ha liderado a la oposición en Venezuela, en el menor de los casos, para no opinar sobre la masacre a nuestro pueblo, es pretender invisibilizar lo que sucede. Expresado enfáticamente: es una cobardía inmoral, una ética vacía, acomodaticia y repudiable con la excusa ideológica.
Frente al horror del Déspota, ¿Cuál ha sido la única posibilidad de la multitud? Huir, una diáspora de millones de personas, porque lo ordinario en Venezuela es el estado de excepción; porque lo cotidiano, son milicos paseándose por todas las avenidas mañanas, tardes y noches, los 365 del año. Y como todos los gorilas, con el perdón de la especie, con su placer sádico, torturan y asesina sin ningún poder que los controle, en nombre de la revolución bonita.
¿Derechos Humanos en Venezuela? ¡Ay!… ¡Ay!… ¡Ay!
Por Jonatan Alzuru Aponte